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O Demo De Quintela Aviador y Navegante

Dar las gracias antes de nada a Jesús Salgado por pasarme este material para poder publicarlo

  • O Demo de Quintela quien no ha oído hablar de el, yo me interese por esta persona por las muchas anécdotas que oí sobre el.
  • Queria escribir un articulo sobre su historia, pero me encontré con que la red no lo sabe todo.
  • Me dijeron que quien sabia muchas cosas sobre el era Jesús y gracias a eso aquí va mi pequeño homenaje a PÉREZ FERNÁNDEZ, Albino. “Eu son o Demo de Quintela”




Albino Pérez Fernández, investigador, famoso aviador", empresario del transporte náutico y popular gaiteiro, se despidió del mundo en 1996. Había nacido en 1913. Sus extravagancias, bien conocidas en toda la zona, perviven y lo hicieron acreedor del apodo O Demo, y sus inventos, del de Aviador. Desde niño se ganó la vida con una gaita gallega que heredó de su padre y, finalmente, acabó siendo un músico de prestigio.

Esta faceta de artista ambulante le permitió dar a conocer también las otras caras de su personalidad: fue bufón, acróbata, parrandero, barquero y aviador frustrado. La historia de su vida es un continuum de episodios increíbles que le hicieron archifamoso en toda la comarca. A sus 81 años (01.06.94), el incombustible Demo de Quintela solo se entristece al recordar los cinco últimos años que lleva postrado en una cama, porque padece del corazón.

Eu son o Demo de Quintela, claro”, era el titular que encabezaba el dia ocho de junio de 1994 unas declaraciones que efectuó a la edición de Valdeorras de La Voz de Galicia, y que firmó Santi Palmeiro.

Algunas tardes -empezaba el artículo- se levanta y entonces saca una de sus sonrisas más burlonas para comentar: “no tengo miedo de acabar en el infierno, no...”. Este hombre de Quintela de O Pando (Viana) nació el 2 de mayo de 1913. Pasa la infancia en su pueblo trabajando en las tareas propias de la economía rural gallega, pero esta tranquilidad se altera cuando es llamado a filas para combatir en la Guerra Civil dentro de la Legión. Resultó herido y fue internado durante una temporada en el hospital de Basurto.

A los 31 años se casó con una de las dos hermanas, Rita Álvarez, que se habían instalado em Quintela procedentes de Sevilla. Tuvieron cuatro hijos.

Antes en 1931 pasó a formar parte de la prestigiosa banda A Alborada de Viana que desaparecería poco después cuando murieron once de sus treinta integrantes en la contienda nacional. Ganó “miles de duros” con su gaita centenaria y estuvo a punto de matarse al intentar volar con un avión casero que construyó cuando tenía doce años. En esta entrevista se confiesa y su carta de presentación está bien clara: “Señores, iste que tein diante e o Demo de Quintela, claro”.

Sobre los orígenes de su mote, lo tiene claro, fueron unas mujeres de la parroquia de Pradoalbar, hace muchos años de Dios, cuando fui a tocar allí. Yo, para hacerlas reír, me ponía con las manos para abajo y las patas para arriba... (les hacía filigranas y acrobacias a las mujeres). Algunas ya eran viejas y esas fueron las que me pusieron el nombre de Demo. Decían ellas: ¡Ay Jesús, o que fai o gaiteiro!. ¡Fai cousas que nin o demo as fai!. ¡E igual que o demo, iguale o mesmo diaño! Ellas no habían visto al diablo ni o carallo... Pero me gusta que me llamen demo, o aviador.
Sobre su experiencia como constructor y aviador, cuenta con toda extensión. Tenía unos doce años. Entonces ni me hacía falta un avión ni nada, porque yo andaba igual que los gatos por las peñas y por las laderas. Pero claro, quería ir hasta el pueblo de Penouta, y por eso me hacía falta el avión, para pasar por encima de Viana. Hice un aparato que andaba con pedales, igual que una bicicleta. Aquellos pedales eran los que mandaban la fuerza para llevarme por ahí adelante, por el aire. ¡Ah, carallo que sí!

Fui a un monte -continúa- de aquí cerca, frente a Viana, y me puse encima de unas piedras que tendrán más de cien metros de altura, y de allí me tiré. Llevaba preparado un papel escrito para tirarlo al pasar por Viana, en el que ponía: no disparen, soy el aviador de Quintela.

Desde lo alto de las piedras vi gente abajo, que venía buscar leña seca junto al río y al ver aquello ¡Virgen santa...!. Yo grité: ¡Que me mato!. Enseguida me di un trompazo. Y otra vez: ¡Adiós, que me mato!. Allí marché yo y el aparato por la peña abajo. Pero la culpa de eso la tuvo un hermano mío que en el último momento tiró de  para atrás porque no quería que yo volase. Entonces fue cuando perdí el equilibrio y marché por aquella roca abajo. Estuve tres meses en la cama sin poder moverme porque rompí tres costillas y más cosas.

A parte de demo, aviador y otras cosas, también fue barquero (empresario del transporte náutico, como el sostenía). Tuve una barca unos cinco años y con ella recorría todo el embalse de O Vao. Entonces aún no había carreteras y yo le metía en cada viaje hasta 80 personas y más de 2000 kilos de ladrillos o pizarra. ¡Había que cruzar el embalse de esa forma! Pero no te creas, la barca era grande. Tenía once metros de eslora y 2,5 de manga. La compré en Ribadelago y me la trajeron desde Verin.

A la gaita -instrumento inseparable de su vida- le saque muchos miles de duros. Aún la tengo y no la vendo por nada. Tendrá casi cuatrocientos años. A mí me la dejó mi padre y el la había comprado por sesenta reales a un gaiteiro de Chandoiro o Cubeiros, ya no lo sé bien. Bueno le compre el punteiro porque el resto, el ronco, los soplillos y demás es todo nuevo porque se los fui haciendo yo. Pero, ¡qué carallo!, yo tocaba en el año 1931 en la banda A Alborada de Viana. Tocaba todos los instrumentos.

Albino estudió solfeo en Viana con Federico Avila, que era maestro nacional aparte de ser el director de la banda. Este hombre murió viejo y también fue el padrino de mi boda. Toqué también el clarinete. Estuve en la banda cuatro años, hasta que vino la guerra. La guerra eschaizou a once músicos y se acabó la banda. Otros también murieron después. Creo que solo quedo yo.

He recorrido con la gaita todos los ayuntamientos. Llegué incluso a tocar en la plaza de María Pita en La Coruña con ocasión de ir a ver una hija mía allí.

Sobre su mujer lo tiene claro, fue una dama sevillana muy guapa. Murió hace poco. Verás, cuando me casé con ella yo tenía 31 años y por lo menos nueve novias, una en cada sitio, pero casé con Rita porque me gustó más. La conocí en el pueblo porque ella trabajaba como modista, y en cincuenta años que vivimos juntos no tuvimos nunca una sola discusión. Siempre la tenía contenta porque la lleva conmigo a las fiestas, pero le pagaba la fonda, no la dejaba comer de gorra en las casas donde íbamos los gaiteiros.

Aviación.- El objetivo era sobrevolar y viajar rápido y lejos. Las primeras experiencias tenían como pista de despegue era su casa y el objetivo alcanzar las ramas de un portentoso castaño situado en la pendiente próxima al río Bibei. Objetivo fallido, que él atribuyó a un error de cálculo. Resultado, varias magulladuras.

Pero la fuerza del pionero de la aviación en Quintela le llevó más lejos. Eran precisas unas alas, para lo que construyó un modelo único de avioneta. Cambió la pista despegue de Quintela por la verticalidad de las paredes de los riscos de San Cibrao sobre el río Camba.

Cuentan, no sin imaginación, los que compartieron vida con él, que subió a bordo piedras, para avisar de su paso sobre las poblaciones que pensaba sobrevolar. .

Incluyo también una especie de catering –chorizos, jamón y vino- porque en su mente estaba volar durante meses, o quizás porque dudaba que pudiese aterrizar. El experimento no funcionó pero sirvió de marketing para el futuro. A raíz de esta vocación Albino pasó a ser conocido como el “Aviador”, y la charanga que fundó el puso el nombre de Aviación Quintela”.

El barquero. Como no conseguía arrancar con la aviación, y las romerías daban para lo justo, se hizo marino. Así con una barca traída de Ribadelago a la que le puso el motor de un Seat 1500, se dedicó al transporte marítimo en la ‘ruta’ Viana-Vilariño.


El tráfico de pasajeros se incrementaba los días 13 y 28, feria en la Villa. Saliendo de Vilariño hacía escala en Santa Mariña da Ponte y atracaba sobre el puente romano do Cabo da Vila. Podían embarcar hasta 50 personas o transportar cinco toneladas. La barca, tras hundirse fue consumida por el tiempo en el Arroyo de Quintela, frente a Viana.   

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