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Inventor y párroco de Viana do Bolo

LA HULLA AZUL

  • Articulo encontrado sobre don Albino Fernández Santiago, párroco-arcipreste de Viana del Bollo. allá por el 1928.
  • Ademas científico e inventor.
  • El articulo se llama la Hulla Azul. Su explotación por un inventor gallego .escrito el 25 /05/1928 por José Manuel Rodríguez para la revista de Buenos Aires Céltiga


Las grandes inteligencias, aplicadas a los grandes problemas, verifican el milagro de los grandes progresos industriales. La inmensa mayoría de los mortales nos contentamos con ir siguiendo los pasos de los que nos precedieron . Son contados los hombres que, a solas con su inteligencia; a fuerza de trabajo, buscan la simplificación de la vida.

 A esos hombres les debemos agradecimiento y aplauso. Para el día, caso no lejano, en que los mares sean domados y contribuyan, con su fuerza sin límites, aun no aprovechada, a nuestro alumbrado, a nuestra calefacción, al rápido transporte, al abaratamiento !!! de la vida, queremos se tenga en cuenta el nombre de nuestro paisano, don Albino Fernández Santiago, actual párroco-arcipreste de Viana del Bollo. Don Albino no es de país costero, no es vecino del mar. Allá en su aldea nativa de Sabuguido; ayuntamiento de Villarino de Conso (Orense), su imaginación no se desarrolló frente a las grandes tempestades marítimas, sino a la vista de los prados siempre verdes, a la sombra de los castaños, cuyo tronco, cinco hombres asidos de la mano no pueden abarcar. 

 Sin embargo, una vez hombre y hombre de ciencia, consideró el mar como un ser díscolo e indomable, que no rendía a la humanidad los tesoros de su fuerza inmensa. El nos lo contó. Fue a la vista del muelle de La Guardia (Pontevedra) arrastrado por las olas, donde nació su idea, que después fue una obsesión: ¡tanta fuerza al ·alcance de la mano, y que no se pueda aprovechar! . Y trabajó con ahincó en todo el tiempo 'que le dejó libre su ministerio sacerdotal. 

Para él no hubo tresillo ni más ajedrez. He visto su casa, donde andaban en amigable compañía, con los libros de ascética y breviarios de rezo, las ruedas tenazas y limas de un taller de herrería. Era competente en la materia, pues no sin causa ·había sido profesor en el Santuario de Las Ermitas (Orense) y en Astorga, entre otras materias, de Física, Química y Matemáticas. No se dedicó a estudiar las mareas, que ya en otros países de Europa eran aprovechadas con resultado para hacer saltos de agua. Su campo de estudio fue el movimiento de ascenso y descenso de las olas.

 Convertir en un movimiento circular continuo, en un mismo sentido, esa fuerza .de ascenso y descenso vertical. Esta idea la encarnó en el aparato de estudio hecho por él mismo, que se ve en la figura. Es de una sencillez nada común: un flotador adherido a una cremallera doble, que, por una combinación de ruedas, imprime a un volante movimiento circular continuo en el sentido de ambos ejes, sea cualquiera el tamaño de las olas y el tiempo en que una tarde en suceder a la otra; no siendo obstáculo de la regularidad del movimiento, ni la irregularidad de las olas, ni la de su empuje sobre el flotador. 


Patentó su invento con el nombre de " CINEMATOMARISEJO ", comercialmente "C'UM ", y presentó un estudio razonado al segundo Concurso Feria Industrial y Comercial de Barcelona (abril y mayo de 1918), en el que obtuvo diploma de honor. Para comprobar experimentalmente sus estudios se trasladó a Vigo, donde, después de vencer varias dificultades, construyó otro aparato más perfecto, pero también de gabinete. He tenido la satisfacción de ver su admirable funcionamiento en el muelle de Bauzas. Faltaba solamente la realización en grande del proyecto. El hombre de ciencia había terminado su misión. 

Faltaba el hombre de negocios que ayudara al sabio con su capital; y ese hombre no llegó. Obtuvo, sí, el informe favorable de todos los ingenieros a quienes se lo presentó. Conocemos, entre otros, el de don Víctor Nagi, de don Manuel Sanjurjo, de don Antonio Riedlinger y el fallo favorable de don José Barreras. Al cabo de dos años de gastos continuos en Vigo don Albino se volvió a su villa de Viana sin haber tenido la satisfacción inmensa de encontrar quien asociara unas cuantas pesetas al capital de ingenio que él había derrochado.



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Noticia Julio 1918 Madrid

Revista Celtiga Buenos Aires 1928


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